Saltar al contenido

But on a Wednesday on a cafe I watched it begin again 

Una novela es como un puzle. Al menos eso es lo que veo cuando abordo un nuevo proyecto: un montón de pequeñas piezas flotando en mi cabeza que tengo que colocar sobre el tablón de la página en blanco. Cada pieza tiene un lugar exacto, y si me equivoco al colocarla, el resto no encajará.

El reto es enorme y, aun así, años atrás no sentía el vértigo que siento ahora al empezar una nueva novela; también es cierto que no tenía la misma experiencia, y aunque entonces creía que con el tiempo escribir sería más fácil, ha sucedido lo contrario. Ahora soy más consciente de mis puntos fuertes y mis puntos débiles, de la técnica narrativa, la importancia de una primera línea que atrape al lector… En definitiva, entiendo mejor lo que hago y cómo lo hago.

Pero saber cómo hacer algo no te asegura hacerlo bien, y por eso llevo semanas procrastinando, abriendo de vez en cuando ese documento de Word donde solo aparece el título del proyecto y mi nombre. 

¿Y sabéis qué? Está bien. Escribir no es una batalla contra la página en blanco; es un viaje, y no podemos salir de casa sin asegurarnos de que lo llevamos todo en la maleta. El único objetivo es llegar al final, y a menos que haya fechas de entrega de por medio, el cuándo es lo de menos. Lo importante es disfrutar del camino, pero no puedo hacerlo si me obligo a sentarme frente a esa página en blanco hasta sentirme frustrada.

Mi documento de Word lleva semanas en blanco, pero por ahora no me preocupa. Siento que si no he encontrado las palabras adecuadas es porque aún me faltan cosas por meter en la maleta, así que en lugar de desilusionarme, lo cierro y abro Spotify, un libro, YouTube o la puerta de mi casa para ir a dar un paseo. Pongo música que me inspire mientras ordeno la habitación, leo alguno de mis libros de documentación, veo algún vídeo o peli relacionado con el tema…  Me alejo y dejo que fluya, y al día siguiente vuelvo a intentarlo. 

Antes creía que eso era perder el tiempo, procrastinación pura y dura, pero ahora entiendo que una novela no se escribe solo con un teclado o un bolígrafo. En ocasiones es necesario oxigenarse, alejarse del tablero para ver la imagen completa y así descubrir cuál es la primera pieza que debo colocar.